(Buenos Aires)
Desde el primer momento, Ron Lalá desplegó su sello
inconfundible: una puesta sencilla pero efectiva, con pocos elementos
escenográficos y un puñado de instrumentos musicales que, en manos de Juan
Cañas, Miguel Magdalena, Diego Morales, Luis Retana y Daniel Rovalher, cobraron
vida para narrar historias con un ritmo vertiginoso. La dramaturgia de Álvaro
Tato, afilada y cargada de sátira, y la dirección es de Yayo Cáceres .
Las letras de canciones son del mencionado Álvaro
Tato; la música original y los arreglos de Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel
Magdalena y Daniel Rovalher; la dirección musical de Miguel Magdalena; la escenografía
de Tatiana de Sarabia; el vestuario de Tatiana de Sarabia, y la iluminación de
Miguel Á. Camacho.
El espectáculo, de 80 minutos de duración, fue un
recorrido nostálgico y vibrante por los orígenes de la compañía, fundada en
1996. La selección de fragmentos de sus cuatro primeras obras destacó la
versatilidad de los “ronlaleros”, capaces de pasar de la parodia de clásicos
literarios a comentarios punzantes sobre la actualidad, todo ello acompañado
por canciones originales que resonaron en la sala. La escenografía y el
vestuario de Tatiana de Sarabia, junto con la iluminación de Miguel Á. Camacho,
enmarcaron la acción con sobriedad, dejando que el talento del elenco brillara
por sí solo.
Personalmente me impresionó más Siglo de Oro, siglo
de ahora, donde los actores desplegaron toda su capacidad en el escenario.
El público porteño, fiel a su entusiasmo por las
propuestas innovadoras, siguió el ritmo del espectáculo y respondió con risas y
aplausos a esta retrospectiva que no solo celebró el pasado de Ron Lalá, sino
que también demostró la vigencia de su lenguaje escénico. 4X4 es una invitación
a disfrutar del teatro en su forma más pura: directa, inteligente y
profundamente humana. Una experiencia que, sin duda, dejó al público con ganas
de más.
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