(Buenos Aires)
Anoche
se estrenó para la prensa en la Sala
Casacuberta del Teatro San Martín perteneciente al Complejo Teatral de Buenos
Aires una versión de la pieza de Jean-Paul Sartre con dirección de Eva Halac.
Se trata de una excelente puesta de Eva Halac y también la excelente actuación
de todo el elenco.
Uno de los aciertos de la obra es la escenografía que reproduce el hall del Teatro San Martín, un lugar de encuentro que funciona como una especie de ágora donde los espectadores pueden seguir opinando sobre la obra una vez terminada la función.
Las
manos sucias es una obra de teatro en siete actos, fue estrenada el 2 de abril
de 1947 en el Théâtre Antoine de Paris. La obra estrenada plantea la eterna
discusión entre el idealismo político y la praxis, entre el ser y el debe ser, luchar
por los grandes ideales o hacer lo que es útil. En esta magistral pieza de Jean-Paul
Sartre, se plantea la abstracción filosófica del hombre, con sus virtudes y defectos,
en el cual los personajes no se modifican por las circunstancias, sino por su necesidad
de realizarse.
El
elenco está integrado por Daniel Hendler, Flor Torrente, Guido Botto Fiora,
María Zubiri, Ariel Pérez de María, Guillermo Aragonés, Nelson Rueda, Juan
Pablo Galimberti y Ramiro Delgado.
La
realización audiovisual es de Juan Pablo Galimberti, la música original y la
puesta de sonido es de Gustavo García Mendy, el diseño de iluminación es de
Miguel Solowej, el diseño de escenografía y vestuario de Micaela Sleigh .
Tanto
León Ramiro Delgado como Guido Botto Flora interpretan a Hugo Barine, uno en el
presente y el otro en el pasado, el
personaje encargado de matar al líder del partido Hoereder, interpretado por
Daniel Hendler.
También
son muy buenas las actuaciones de Florencia Torrente como Jéssica, casada con
Hugo Barine y María Zubiri como Olga Lorame.
Se
destacan además Juan Pablo Galimberti como Iván/Príncipe Pablo y Guillermo
Aragonés como Karsky y Nelson Rueda como Luis.
Esta versión de la pieza de Sartre, adaptada y dirigida por Eva Halac plantea problemas inherentes a la política que pueden ocurrir en cualquier lugar y en cualquier época. De ahí que la obra suscita múltiples lecturas e interpela al espectador.
EL
ESPECTÁCULO
En
un país imaginario se abre una grieta ideológica dentro de un mismo partido. Un
joven se presenta como secretario del líder político. Ha sido enviado por una
facción contraria con la secreta misión de eliminarlo.
Son
tiempos de la Segunda Guerra Mundial, de objetivos claros y precisos. Pero las
certezas que conducen a la acción se revelan inestables. La realidad parece
impostada como en el teatro, y el joven que debe cumplir la misión siente al
caminar, los pasos falsos.
Borges
escribió que nuestro destino no es espantoso por irreal, sino por irreversible.
La posibilidad de estar representando un rol, de ser otro, nos concede la
ilusión de haberlo inventado. Para Sartre, es la ilusión de ser libres.
Las
manos sucias se estrenó en París en 1948. Dios ya se había muerto en el siglo
anterior, pero a la luz de los crímenes de la guerra, del nazismo, y de los
gulags soviéticos, también se desmoronaba la Cultura como garante de humanidad.
En
ese desierto ético, y a pocos años del asesinato de Trotsky, Las manos sucias
se interpretó como una denuncia del stalinismo. El autor dijo que había sido un
gran malentendido, a partir del cual sometió las representaciones de su texto a
la aprobación del Partido Comunista para su estreno en cada país.
Más
allá de la anécdota, lo cierto es que la obra encendió el debate con relación
al dilema de si el fin justifica los medios, de la responsabilidad individual,
de las diferencias entre las ideas y la praxis, de las fantasías heroicas y de
las verdades de la real politik.
EL
AUTOR
Filósofo,
novelista y dramaturgo, Jean-Paul Sartre (París, 1905-1980) es uno de los
pensadores más influyentes del siglo XX. En El ser y la nada, publicada en 1943
en una Europa arrasada por la guerra, se encuentra la base de su pensamiento
filosófico, el existencialismo, según el cual todo ser humano se enfrenta a la
necesidad de elegir y es el único responsable de las consecuencias de sus
actos. A sus ideas filosóficas, Sartre las puso en tensión con la experiencia a
través de la literatura: en las novelas La náusea, Los caminos de la libertad o
La suerte está echada, y en las piezas teatrales Las moscas, A puerta cerrada,
Muertos sin sepultura, La puta respetuosa, El diablo y Dios. Las manos sucias,
estrenada en 1948 en el Teatro Antoine de París, plantea la disyuntiva entre la
moral y la praxis: ¿debemos defender nuestros principios o hacer lo que en cada
circunstancia resulta políticamente más útil? Cada uno debe responder según su
propia conciencia.
LA
DIRECTORA
Eva
Halac estudió actuación en la escuela de Agustín Alezzo y dramaturgia con
Ricardo Monti. Estrenó de su autoría J. Timerman (2018), Sánchez Bulevar
(2015), Café irlandés (2014), La voluntad, teatro a distancia (2014), Español
para extranjeros (2007), Los pianistas (2000), La divina pintura (1999) y El
deforme (1997). Entre los espectáculos que montó figuran La invención de Morel
de Adolfo Bioy Casares (1995), La Pintura, sobre textos de Leonardo da Vinci
(1996), Morse, Punto y Línea sobre el plano, sobre textos de Kandinsky (1998),
Un guapo del 900 de Samuel Eichelbaum (2008), Las de Barranco de Gregorio de
Laferrere (2016), Julio César de Shakespeare (2015), La Señora Klein de
Nicholas Wright (2014), Ceremonia de hombres solos de Humberto Rivas (2013) y En
familia de Florencio Sánchez (2012), entre otros. En las salas del CTBA dirigió
Las descentradas de Salvadora Medina Onrubia (2012, Teatro Regio), 1810 de
Martín Coronado (2010, Teatro de la Ribera), El reñidero de Sergio De Cecco
(2009, Teatro Regio), Los pianistas (2001, Teatro Sarmiento) y Sonata de Otoño
de Ramón del Valle-Inclán (1993, Sala Cunill Cabanellas)
Teatro
San Martín. www.complejoteatral.gob.ar
Año
del 40° Aniversario de la Guerra de Malvinas. “En homenaje a los veteranos y
caídos en la defensa de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur”
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