(Buenos Aires)
Se realizó hoy la función para prensa e invitados de Anita o La tragedia
de las partes, escrita y dirigida por Luis Longhi en el Teatro El tinglado.
El personaje de Ana o Anita como le dicen sus amigos, interpretado por
Maia Francia, es una chica que pertenece a una burguesía y tiene sus
necesidades materiales cubiertas. Anita interactúa con los otros personajes en
relaciones que llegan hasta el odio y la crueldad. Se sabe que algunas
relaciones pueden ser muy dañinas y destructivas. Cada relación que tiene Anita
con uno de sus amigos llega al límite.
Pero el espectador no sabe si Anita está fingiendo cada vez que uno de
los personajes sale de escena y aparece otro, porque nada es como parece.
Con reminiscencias de la obra de Roberto Arlt, Saverio el cruel, estrenada
en 1936 en el Teatro del pueblo, donde Susana, es también una mujer de una clase
social acomodada que quiere divertirse
con sus amigos a costa de un humilde
vendedor de manteca, Saverio, al que convencen de la locura de Susana y para
curarla él debe interpretar a un coronel al que van a guillotinar.
Pero Saverio toma muy en serio el rol encomendado. Tanto en Anita o La
tragedia de las partes como en Saverio el cruel, el tema es el poder y el deseo
de someter al otro, a costa de lo que sea.
“La historia de Saverio es en realidad la de un pobre infeliz que se
descontrola por la fantasía de ser un dictador omnipotente, desde su mísera
pieza de pensión, y concluye reconociendo: “ya que soñé con ser semejante a un
Hitler, a un Mussolini, comprendo que todas estas escenas sólo pueden engañar a
un imbécil”. (1)
Hay una crítica social en las dos obras, ya que el poder adquisitivo y
la falta de escrúpulos del personaje de Anita y el de Susana, las decide a
hacer víctimas de una mala pasada al personaje elegido sin medir las
consecuencias.
Anita es una intelectual además de burguesa que desprecia a los que
trabajan por un sueldo y no tienen otras ambiciones - porque tal vez no tienen tiempo para pensar más que en ganarse el sustento - o no estudian como ella. Trata a los demás
como si fueran marionetas.
Tanto la desconfianza y consecuente necesidad de someter a los seres y a
los sentimientos a pruebas objetivas es una constante en la temática de Roberto
Arlt.
En esta obra de Luis Longhi, se pone en escena un drama con una temática
vigente, donde la música en vivo de un
cuarteto de cuerdas acompaña el trabajo actoral.
Con muy buenas actuaciones de Maia Francia, Pablo Sórensen, Maria Viau, y
Sebastián Politino.
Bibliografía:
“Anita o La tragedia de las partes” es una historia de amor que termina
mal o quizá termina bien, esto varía según quién saque la conclusión final.
Tres amigos manipulando hasta límites insospechados un destino evitable. La
mente perversa de una chica de la high society, criada en la abundancia, con su
vida material resuelta, que vive en un mundo paralelo al de la gente común.
Anita manipula, Anita engaña, Anita pervierte el orden establecido.
Teatro: El Tinglado – Mario Bravo 948 –
Tel. 011 4863-1188
Funciones: sábados a las 18
Ficha técnica
Elenco: Maia Francia, Pablo Sórensen, Maria Viau, Sebastián Politino
Autor y Dirección: Luis Longhi
Músicos en vivo: Nicolas Muñoz, Esteban Fioroni, Valter Izzo y Luz Merlo
Músicos en vivo: Nicolas Muñoz, Esteban Fioroni, Valter Izzo y Luz Merlo
Dirección Musical y Música Original: Juan Ignacio Lopez
Asistencia de dirección y producción ejecutiva: Dana Taicher
Producción general: BACS PRODUCCIONES
Prensa: TEHAGOLAPRENSA
El arte es verdad
pero también es engaño. El teatro es convención pero también es una trampa en
la que cada una de las partes, el que lo genera y el que lo recibe, aceptan y
establecen una serie de engaños normativos. Ya desde lo dramatúrgico “Anita o
La tragedia de las partes” exacerba los preceptos antes señalados hasta el
punto de prever que su contemplación escénica resulte profundamente
perturbadora. Y esta idea tan claramente expresada desde lo textual será el
motor que desgrane teatral, plástica y musicalmente nuestro espectáculo. Por
eso, más allá de los artificios preestablecidos, nuestro mecanismo estará tan
pendiente de la verdad escénica, como de los engaños a los que vamos a someter
al espectador. El espectador es la parte del engranaje fundamental del hecho
teatral, sin espectador no hay obra, sin predisposición del espectador no hay
intercomunicación, no hay ida y vuelta, tampoco si desde el
escenario no se le proponen gestos teatrales que capten su atención. Nosotros
vamos a penetrar la mente y el corazón del espectador antes de que se siente en
su butaca, por eso la música vendrá (ejecutada en vivo por un Cuarteto de cuerdas)
desde antes que se dé sala. Vamos a inundar al espectador de sentido teatral,
musical y plástico. Lo vamos a avasallar de sentidos. Y además vamos a lograr
que se excite sexualmente sin desnudos, sin besos, sin abrazos. Lo sexual va a
estar sin estar. Vamos a engañar al espectador. Vamos a confundirlo. Vamos a
manipularlo. Lo vamos a llenar de música hipnótica, bella, sensual, dramática,
sugestiva. Pero además vamos a invadirlo visualmente, plásticamente. Esta obra
va a ser un cuadro en movimiento. Un cuadro con música. Un cuadro con música,
alma y vida. La mente de Anita marca el rumbo. De la cabeza de Anita salen
ideas perversas pero también música, será la música la que marque el latido de
esta obra.
El punto de vista que
en principio se establece no será tal
al finalizar el espectáculo. Será nuestra vil intención que todo ángulo de
acción y de comprensión de lo manifestado evolucione vertiginosamente hacia
caminos insospechados. Casi sin advertirlo el espectador quedará encerrado en
las mismas dudas y paradojas que el personaje al que se le tiende una trampa
inaudita e inesperada. Lo teatral quedará atrapado dentro de lo teatral. La
crudeza e inteligencia del personaje central es el nudo a desentrañar para
intentar llegar a buen puerto, para lograr que el espectador se sorprenda tanto
como el personaje engañado. El arte dentro del arte. El teatro dentro del
teatro. Lo plástico, desde lo no figurativo y abstracto de la pintura, también
adentro de la misma bolsa. Y ni que decir de la música. Estructuraremos nuestro
dispositivo escénico según el suceder de un Cuarteto de cuerdas compuesto para
la ocasión y ejecutado en vivo. El espíritu de cada uno de sus cuatro
movimientos es exactamente el criterio con el que avanza dramáticamente nuestro
espectáculo estableciendo un orden (y desorden sonoro) desde dos ángulos muy
claramente prediseñados y expuestos para que el espectador (nuestro objeto de
engaño) entienda sin lugar a dudas los códigos de la generación de ese orden
temporal y lúdico. Un tocadiscos como gesto hiperrealista de lo musical y la
mente perversa de Anita como gesto simbólico de la misma cosa. Es decir, las
artes plásticas, desde las formas de ese loft cuasi oligárquico repleto de arte
abstracto; lo musical, con el cuarteto de cuerdas (real) en el mundo imaginario
de Anita, y lo teatral, que surge de esta rara alquimia en movimiento. El dolor
que padece Anita, que genera Anita, tendrá la belleza y el dolor que sólo son
capaces de trascender a través del arte. Del arte dentro del arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
comente esta nota